La percepción humana del tiempo: un sesgo, una ilusión, una ecuación

El tiempo es un concepto complejo que encierra dimensiones antropológicas (calendarios), físico-matemáticas y biológicas (tiempo celular, relojes biológicos y tiempo mental). El tiempo físico aceptado y objetivo es el modelo de la Teoría especial de la relatividad, que entiende el tiempo como una dimensión del espacio. En este espacio-tiempo se despliega el universo. Este es una estructura curvada que conforma la propia materia y que determina los movimientos de los cuerpos en aquella, de manera que la gravedad no es una fuerza, sino el resultado de una forma geométrica. Einstein entiende el universo como un todo que es y en el que estamos. Las ecuaciones físicas admiten la retroactividad y los viajes en el tiempo, aunque en la práctica sean inviables por la flecha del tiempo propia del segundo principio de termodinámica, que determina la tendencia inevitable al desorden o mayor entropía. En estas leyes y geometría surgió la vida, con la Teoría darwiniana operativa solo a partir de entonces. El tiempo mental es un tiempo subjetivo diferente del objetivo del espacio-tiempo en el que estamos. Nos permite adaptaciones y construir la memoria que nos hace, en el contexto de una conciencia que en buena parte es un sesgo o ilusión adaptativa de la mente. Piaget determinó que su comprensión se alcanza a los nueve años. Es función del lóbulo parietal, donde coinciden tanto las representaciones de espacio y de tiempo como la numérica necesaria para su cuantificación. El lenguaje construye el tiempo a partir de metáforas espaciales. Evidencias neurofisiológicas y clínicas se alinean en la misma dirección del espacio-tiempo como concepto, la gran idea de Einstein. Los trastornos de la percepción del tiempo pueden ser no solo individuales, sino sociales, por miopía temporal, con consecuencias para sociedades y naturaleza.