Inicio » 2003 » Volumen 3 - Número 2 » Revisión histórica de la ergotamina
J. Prat-Rojo
Neurólogo, Ciutat Sanitària i Universitària de Bellvitge (L???Hospitalet de Llobregat, Barcelona)
*Correspondencia: J. Prat-Rojo, Email no disponible
Los síntomas producidos por la ingestión de cornezuelo de centeno (Claviceps purpurea) eran ya conocidos en Siria e India 600 años a.C. Sin embargo, la relación causal entre el cornezuelo de centeno y el ergotismo fue establecida mucho más tarde. Los griegos despreciaban el centeno, que consideraban un producto de segundo orden proveniente de Tracia y Macedonia, y los romanos apenas lo conocían. De este forma, ambos pueblos escaparon a la enfermedad. Sin embargo, al comienzo de la era cristiana se inició el consumo de centeno en Europa, dando lugar, ya en la Edad Media, a epidemias de una rara enfermedad que se caracterizada por una gangrena muy dolorosa de los pies, piernas y manos, con miles de muertes, especialmente en Francia y Alemania, pero también en España; en algunos casos el miembro se desecaba y volvía negro y acababa separándose del resto del cuerpo sin pérdida de sangre. Se decía que los miembros habían sido consumidos por el fuego sagrado debido al aspecto que adquirían y a los tremendos dolores urentes que el proceso causaba. La enfermedad se llamó también fuego de San Antonio porque en ciertos casos los pacientes que peregrinaban a su santuario se curaban, muy probablemente al recibir una alimentación sana, no contaminada con cornezuelo de centeno. No fue, sin embargo, hasta el siglo XVII que el médico francés Thuiller de Sully comprobó que las epidemias eran más graves en los años en los que el cornezuelo era más abundante, promoviendo la formación de una comisión que estableció la relación causal. El empleo de los alcaloides del ergot en neurología se inició a finales del siglo XIX en Alemania (Eulenburg) y EE.UU. (Thomson), y Wolff, et al., en la década 1930-1940, popularizaron su uso en el tratamiento de la migraña.
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