Nuestro mundo nunca duerme. La tecnología ha suprimido la distancia entre las personas. Los tiempos en los que había que cruzar el charco para interaccionar con nuestros compañeros de otros continentes han terminado. Desde luego, sigue siendo un placer reunirse, oír, ver y abrazar a nuestros colegas en persona, y oportunidades no faltan: la cantidad de reuniones, congresos y eventos se ha multiplicado, copando un tiempo que debería ser de descanso, pero destinamos al conocimiento propio y ajeno.
«La naturaleza nos dio dos ojos, dos orejas y una boca para que pudiéramos observar y escuchar el doble de lo que hablamos», reza la sentencia de un sabio estoico. Es importante oír a nuestros compañeros, aprender e inspirarnos. Esto no solo atañe a quien peina canas, sino también a nuestros colegas jóvenes con ideas novedosas y en ocasiones revolucionarias. Afortunadamente, ahora podemos aprender de muchas otras formas. A los clásicos libros, manuales y artículos se suma el mundo virtual, que replica todo lo anterior y ofrece diversas modalidades de educación médica a distancia: una forma de aprender para cada uno de nosotros que se adapte a nuestras necesidades y costumbres y debemos aprovechar.
En nuestro ámbito nacional, plataformas como escuelaSEN centralizan las iniciativas de docencia online, facilitando su acceso, difusión y la obtención de certificados y diplomas. Son cuestiones importantes, ya que la docencia adquirida es de los pocos méritos que la mayoría de las instituciones sanitarias valoran en la formación de su personal. Además, la neurología avanza rápido y sin cesar, lanzando un claro mensaje al clínico: actualízate y hazlo de forma continua.
Afortunadamente, estas ventajas se suman a las oportunidades que ya teníamos. Sigue siendo posible, más si cabe, viajar a conocer otras tierras y formas de pensar. Aquellos que tengan facilidad para hacerlo por su momento formativo o vital deben aprovecharlo. En el caso de quienes tengan mayor dificultad, deberíamos luchar por hacer factible que visitar centros o hacer estancias siendo «ya mayor» fuese algo habitual. Se trata de actitudes y encuentros que redundan en beneficio mutuo para las personas y las instituciones implicadas.
Los neurólogos debemos aprender de las neuronas: desarrollar dendritas y axones, crear conexiones, formar redes. Esto aplica a la docencia, pero también a la investigación. La interacción sirve para participar en estudios colaborativos multicéntricos, dar retroalimentación a los proyectos de otros compañeros, aprovechar el conocimiento y las técnicas disponibles en otros centros y replicar o continuar proyectos previamente realizados. Más allá de los motivos puramente científicos, no hay que olvidarse de las cuestiones económicas. Hay convocatorias de financiación competitiva que exigen la participación de múltiples centros e instituciones, en ocasiones multinacionales.
La Sociedad Española de Neurología (SEN) apuesta por la investigación colaborativa y para ello ha creado, a imagen y semejanza de escuelaSEN, una plataforma que sirva de punto de encuentro para los investigadores. Tendrá su rincón para aquellos neurocuriosos que quieran conocer de primera mano los resultados de dichos proyectos y tesis doctorales, así como una sección para informar de los centros donde se realizan determinados ensayos clínicos. Pero queda tarea pendiente.
Primero, sigamos ilusionando a los estudiantes, residentes y neurólogos. Tratamos con la especialidad más fascinante de todas y cada paciente esconde muchos secretos y perlas clínicas si se presta la debida atención. Somos responsables de que los colegas que pasan consulta con nosotros sean aprendices, no parte del decorado. La neurología clásica, aquella en la que los discípulos seguían al maestro en la visita médica, sigue estando vigente y forma parte del quehacer clínico y docente diario.
Segundo, rompamos el dogma de que en España se investiga a partir de las tres de la tarde. Investigar no es un pasatiempo, es una profesión. Si queremos estar a la vanguardia y hacer progresos verdaderamente relevantes, hemos de ser los mejores. Es preciso disponer de tiempo protegido para investigar, equipos multidisciplinares y reuniones periódicas de coordinación y monitorización de los proyectos. Tampoco estaría de más que el reconocimiento institucional de los méritos académicos y de investigación dejase de ser ridículo y tuviera verdadero sentido. En la mayoría de los procesos selectivos, cuyos criterios son en ocasiones insultantes, el único mérito que verdaderamente tiene impacto es la experiencia profesional. Resolver todo esto es una de las claves para motivar a los más jóvenes.
Tercero, hagamos una neurología de excelencia. Si en la mayoría de las instituciones internacionales el tiempo que se dedica a cada paciente está por encima del que tenemos nosotros, por algo será. Debemos hacer aquello que es bueno para cada paciente, no hacer bueno el escaso tiempo de que disponemos por paciente. Tiempo es cerebro, pero el cerebro lleva su tiempo. Si nuestros recursos y medios son escasos, debemos mejorarlos y hacer una gestión más eficiente. La SEN está inmersa en un profundo análisis de la situación actual y de cuáles deberían ser las condiciones adecuadas para los neurólogos españoles, documento que pronto verá la luz.
Finalmente, debemos aprender de los neurólogos de países de renta baja, así como ayudarles a mejorar su desarrollo. En muchos países no hay neurólogos, o los que hay se cuentan con los dedos de las manos. Estos pioneros deben contar con todo nuestro apoyo, sea sobre el terreno o en la distancia (interconsultas y formación), ya que serán los responsables de formar a otros colegas. En estos países, la mayoría de los pacientes neurológicos son evaluados por médicos generales o enfermería avanzada, de ahí que su formación sea crucial. El Comité ad hoc de Neurocooperación de la SEN ha sido pionero a nivel mundial, y aglutina a los neurólogos con curiosidad o experiencia acerca de proyectos de voluntariado y ayuda al desarrollo. Se puede ayudar desde casa: la tecnología bien entendida nos une, que no se olvide.
El mundo ya no es lo que abarca nuestra mirada, sino lo que imagina nuestro cerebro. Ciencia y tecnología se unen para destruir las fronteras como las conocíamos. El límite es nuestro intelecto y nuestra capacidad de hacer alquimia con los recursos a nuestro alcance, sean los que sean. Aprovechemos la oportunidad y cambiemos el paradigma.
La SEN lleva muchos años apostando por su internacionalización y dentro de ella tenemos una prioridad fundamental, los países con los que nos entendemos en el mismo idioma: el español. No solo nos une la lengua, pues son muchos los vínculos culturales desarrollados a lo largo de más de quinientos años. En el ámbito de la neurología, el intercambio entre los países de habla hispana ha sido permanente a lo largo del siglo pasado y también lo es ahora: muchos colegas han realizado estancias en centros españoles y viceversa, se han realizado múltiples actividades formativas comunes y numerosos congresos y conferencias con ponentes de los diferentes países. Ello ha permitido el intercambio de información, el aprendizaje de todas las partes y el nacimiento de vínculos personales y de amistad entre muchas personas a ambos lados del Atlántico. Ahora que la tecnología nos ha acercado debemos potenciar estas relaciones desarrollando programas de formación común, estudios cooperativos, intercambios entre centros y cualquier proyecto que a todos beneficie.
Ha llegado el momento de culminar una gran labor en la que llevamos trabajando juntos mucho tiempo. El objetivo es claro: que la neurología en español alcance las más altas cotas de la ciencia.